jueves, 4 de julio de 2013

'Los becarios', mona pero sosa

Es probable que cuando te sientas en la butaca después de haber pagado por ver una comedia no esperes desternillarte de risa. Eso sí, lo mínimo que pueden hacer para agradecer tu tiempo y dinero es ofrecerte un producto simpático y hacerte pasar un buen rato. Aunque teniendo en cuenta el nombre de Shawn Levy (Noche en el museo, Doce en casa) figurando como director, tampoco podemos quejarnos mucho si lo que hemos visto no ha sido una comedia ligera, divertida y que volverías a ver.
La idea de Los Becarios  (The internship, 2013) parece original y perfectamente encajable en el marco de una comedia, pero bajo la sombra de los conceptos de éxito y superación personal americanos, es difícil reírse de algo más que de algún chiste tontorrón que bien vale una risa enlatada. Eso sí, qué mejor escenario para el ascenso profesional de Estados Unidos que las instalaciones de Google en California. Hasta allí van unos soñadores y ambiciosos VinceVaughn y Owen Wilson para mostrarnos el proceso de sumersión de un par de cuarentones en el universo geek.
 Y es que de geeks y frikis, eso sí, está plagada la película. Lo único que perdona el transcurso predecible de los acontecimientos y los irritantes –por predecibles, una vez más- giros del argumento son las constantes referencias al universo friki. Los juegos del hambre, el golpe del quidditch como deporte de  empresa, la mención al cosplay y el final de la “khaleesi” con su “sol y estrellas” pueden provocar ternura y convertirla en simpática y familiar, pero no la salvan de ser un poco falsa y demasiado larga.

Sobra charla motivacional y falta un poco de ironía o un humor que vaya más allá del “me río de ti porque eres viejo”.  Se disfruta más observando los cachivaches y el funcionamiento de Google que del verdadero argumento de la película, y probablemente sea eso lo que la haga tan larga. El grupito de becarios, un poco estereotipado pero adorable al final. La conclusión a la que nos hace llegar Levy con este grupillo es, en definitiva, que un chupito de tequila puede cambiar tu vida.

Tampoco es que deje mal sabor de boca, solo es una más en el montón de “lo intentan pero no lo consiguen” que últimamente engrosa la comedia norteamericana. Lo mejor, el gorro de colores con hélice y Rose Byrne.

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