Es probable que cuando te sientas en la butaca después de haber
pagado por ver una comedia no esperes desternillarte de risa. Eso sí, lo mínimo
que pueden hacer para agradecer tu tiempo y dinero es ofrecerte un producto
simpático y hacerte pasar un buen rato. Aunque teniendo en cuenta el nombre de
Shawn Levy (Noche en el museo, Doce en casa) figurando como director, tampoco
podemos quejarnos mucho si lo que hemos visto no ha sido una comedia ligera,
divertida y que volverías a ver.
La idea de
Los Becarios (The internship, 2013) parece original y perfectamente
encajable en el marco de una comedia, pero bajo la sombra de los conceptos de
éxito y superación personal americanos, es difícil reírse de algo más que de
algún chiste tontorrón que bien vale una risa enlatada. Eso sí, qué mejor
escenario para el ascenso profesional de Estados Unidos que las instalaciones
de Google en California. Hasta allí van unos soñadores y ambiciosos
VinceVaughn y
Owen Wilson para mostrarnos el proceso de sumersión de un par de cuarentones
en el universo geek.
Y es que de geeks y
frikis, eso sí, está plagada la película. Lo único que perdona el transcurso
predecible de los acontecimientos y los irritantes –por predecibles, una vez
más- giros del argumento son las constantes referencias al universo friki. Los
juegos del hambre, el golpe del quidditch como deporte de
empresa, la mención al cosplay y el final de
la “khaleesi” con su “sol y estrellas” pueden provocar ternura y convertirla en
simpática y familiar, pero no la salvan de ser un poco falsa y demasiado larga.

Sobra charla motivacional y falta un poco de ironía o un
humor que vaya más allá del “me río de ti porque eres viejo”.
Se disfruta más observando los cachivaches y
el funcionamiento de Google que del verdadero argumento de la película, y
probablemente sea eso lo que la haga tan larga. El grupito de becarios, un poco estereotipado pero adorable al final. La conclusión a la que nos hace llegar Levy con este grupillo es, en definitiva, que un chupito de tequila puede cambiar tu vida.
Tampoco es que deje mal sabor de boca, solo es una más en el
montón de “lo intentan pero no lo consiguen” que últimamente engrosa la comedia
norteamericana. Lo mejor, el gorro de colores con hélice y Rose Byrne.
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