martes, 2 de julio de 2013

Especial Star Trek: En la oscuridad – J.J. Abrams

A pesar de su ya más que respetable trayectoria en cine, a J.J. Abrams se le sigue conociendo más por su faceta de creador televisivo que por otra cosa. Su nombre, para bien y para mal, estará eternamente asociado a Perdidos (Lost, 2004–2010), lo que por un lado le ha permitido que las cadenas de televisión norteamericanas se rifen sus producciones y todos los años se estrenen dos o tres proyectos con su nombre detrás, y por otro provoca recelos entre el público porque ésta no acabó a gusto de todo el mundo. Sea como sea, lo cierto es que acabada la primera temporada de Perdidos, J.J. Abrams se desvinculó de los guiones y, aunque seguía acreditado como creador, el devenir de la serie estuvo en manos de Damon Lindelof (uno de los responsables del guión de Prometheus) y Carlton Cuse (que ahora trabaja en la serie Bates Motel). El propio J.J. reconoció en una entrevista que no sabía cómo acabaría la serie hasta que no vio el último episodio.

Y sí, en televisión ha sido el responsable de otras muchas cosas. Fue el showrunner de Felicity (1998–2002), la serie que narraba las vivencias universitarias de la chica que le daba nombre. Curiosamente fue en esta serie en la que más involucrado estuvo en la escritura de guiones, y es una de sus pocas producciones sin ningún componente de ciencia ficción. También creó Alias (2001–2006), la serie de espías que dio a conocer a Jennifer Gardner. Y, tras Perdidos, puso en marcha Fringe (2008–2013), esa joya de ciencia ficción que tuvo temporadas verdaderamente brillantes y que sobrevivió milagrosamente hasta enero de este año. De ésta, al igual que hizo con Perdidos, participó a nivel creativo hasta el final de la primera temporada para después ejercer solamente como productor.

Sin embargo, la marca J.J. en televisión está bastante devaluada. Produce muchas series de las que probablemente no haya visto ni un solo episodio, como Vigilados: Person of Interest o Revolution, y otros fracasos como Alcatraz o Undercovers que no pasaron de su encargo inicial de trece episodios. Como apunte, Abrams también ha hecho incursiones en el mundo de la composición, y es el responsable de los temas principales de las cabeceras de Fringe, Vigilados: Person of Interest, Revolution, Alcatraz, Alias y Felicity.

Sus pinitos en la dirección los hizo también en televisión: dirigió el piloto de Perdidos, un par de episodios de Felicity, varios de Alias y sorprendentemente también uno de The Office. El salto a la gran pantalla lo dio en 2006 con Misión Imposible: III, una cinta que revitalizó la saga protagonizada por Tom Cruise después de que la segunda fuese destrozada por la crítica. Más tarde, participó activamente en Monstruoso (Cloverfield, 2008) junto a Matt Reeves –con quien ya trabajó en Felicity–, pero la película acabó considerándose un experimento fallido y contribuyó a empobrecer el sello de calidad de J.J. Personalmente, confieso que me parece una película muy interesante y más que digna, que en su momento me fascinó. Con el paso de los años, el recurso del found footage ha sido explotado hasta la saciedad, pero Monstruoso llegó en un momento en que no estábamos hartos de él.

Por suerte, llegó Star Trek y la crítica volvió a ponerse de su lado. Con este reboot de la franquicia consiguió algo muy complicado: contentar a los seguidores de la saga original y atraer a nuevos espectadores, que abrazaron un blockbuster entretenido y de calidad, convirtiéndolo en un éxito de taquilla (moderado, teniendo en cuenta su presupuesto y los gastos de promoción). Star Trek era todo un despliegue visual, pero no limitaba su gancho a los efectos especiales, sino que estaba protagonizado por unos personajes genuínamente interesantes (Zachary Quinto y Chris Pine fueron todo un acierto de casting). Trekkies o no, el gran público (español, que inexplicable nos ha llegado con dos mese de retraso) está esperando una secuela que se ha hecho esperar bastante.

En todo este tiempo, Abrams no ha estado quieto. Aparte de la producción televisiva, en 2011 fue el responsable de una de las películas del verano. Super 8, producida por Steven Spielberg, llegaba con mucho hype detrás y supo cumplir las expectativas. Abrams utilizaba esta película para homenajear al director, y recuperaba una fórmula de hacer cine familiar –con reminiscencias a E.T. o Los Goonies– de décadas pasadas que había quedado casi desterrada. Super 8 se disfruta como un niño, es absorbente, tiene un ritmo espectacular y además nos descubrió el magnetismo de Elle Fanning, una joven actriz que tiene todavía mucho que decir.

Por eso, en un verano plagado de decepciones como Oblivion o El hombre de acero, películas que a priori pintan bien pero que pueden salir rana como Guerra Mundial Z y Elysium, la nueva Star Trek se presenta como un valor seguro (y el 72 de media en Metacritic la avala). Sabiendo esto y que J.J. Abrams dirigirá el Episodio VII de Star Wars, ya casi podemos afirmar con seguridad que va camino de convertirse en uno de los directores más importantes de Hollywood. Cómo va a responder el gran público a la ciencia ficción es incierto (y si no que se lo digan a Shyamalan), pero si algo ha sabido Abrams es elegir bien sus proyectos y llevarlos a buen puerto.

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