Jesse
y Celine, después de tres películas—y casi veinte años—paseando
por Europa mientras divagan sobre el funcionamiento del mundo y el
concepto que tienen del amor y las relaciones de pareja, han
conseguido el reconocimiento del público y la crítica, y se han
erigido por derecho propio como un estandarte de la comedia romántica
moderna. Si el encanto de Antes del amanecer era ser una historia de amor entre dos personas que no creían en él,
o al menos no de la manera en que lo hace la sociedad occidental, la
virtud de sus dos secuelas ha sido añadir a la fórmula unas cuantas
dosis de realismo, sin dejar de ser completamente coherente con lo
contado anteriormente.
Y
Antes del anochecer (Before
Midnight, 2013), una tercera
parte de la que hasta hace muy poco no sabíamos ni si se rodaría,
ha resultado ser un cierre perfecto. Tanto es así que las dos
películas anteriores parecían encaminadas a contar lo que vemos en
esta. Ethan Hawke y Julie Delpy han dado vida a dos personajes que
han ido madurando (envidio a los espectadores que lo hayan hecho al
mismo tiempo) en una trilogía que no estaba destinada a ser un éxito
descomunal, pero sí a marcar a los espectadores que conectaban con
la historia.
No se
puede contar demasiado de ella, porque dar detalles de la trama sería
destripar el final de Antes del atardecer,
pero es impresionante ver cómo Celine y Jesse han cambiado con el
tiempo y en esencia siguen siendo los mismos. Dada la situación, uno
podría no creerse que los diálogos entre ellos dos sigan siendo una
sucesión de monólogos existenciales como en sus dos primeros
encuentros, pero si por algo ha destacado siempre esta saga es por la
naturalidad con la que despliega toda esa verborrea. Por eso, por la
conexión entre los dos personajes y porque por tercera vez han sido
capaces de contarnos lo que ha sido de ellos todo este tiempo en
menos de dos horas y sin que quede ningún cabo suelto.
Julie Delpy está
tan bien como en la segunda película—donde ya exhibía muchos
registros—mientras que Ethan Hawke realiza la que hasta ahora debe
ser su interpretación más completa. Resulta curioso además que en
cierto modo los protagonistas se intercambien los papeles en Antes
del anochecer, pues Jesse es a ratos el que de los dos tiene más
los pies en el suelo, aunque se trata en general de la cinta menos
idealista de la trilogía. Son situaciones perfectamente reconocibles
y reales las que vemos en el último trabajo de Richard Linklater, lo
que hace que sea algo más dura que sus predecesoras.
Como elemento
novedoso, esta vez tenemos algunos personajes secundarios que si bien no
tienen demasiado protagonismo—como es lógico—contribuyen a crear
una escena coral brillante. Las virtudes que encontramos en las
conversaciones entre Jessie y Celine pero esta vez a ocho bandas. Un
diálogo que atrapa y se manifiesta como uno de los puntos álgidos
del metraje de este cierre. Antes del anochecer es sin duda la
mejor película que hemos visto hasta ahora en 2013 (un año en el
que, de todas formas, sólo han destacado Efectos secundarios
y Stoker). Linklater vuelve a merecerse un aplauso, y no solo
por el guión, sino por una
dirección elegante que saca el máximo partido a una historia tan
intimista.
por Diego Martínez
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